<
>
fib_cabecera_cronicas
d97_2008_cohen_morente_foto_maraworld_oscar

2008

El año de las grandes lecciones

 

Cuando uno entra en la treintena, se pregunta qué sentido tiene pasarse cuatro días machacándose a caminatas y horas de pie, cenas a base de bocadillos de queso con mortadela, calores vespertinos en carpas más concurridas que el Metro en hora punta, escasas horas de sueño y descanso, vivir esclavo del reloj para no perder comba de la siguiente actuación o ser duchado en cerveza por culpa de un mini volador lanzado por algún simpático inglés.

Sí, porque el FIB Heineken es todo esto que acabo de comentar, es un pequeño infierno. Pero si en el infierno hay cosas tan gozosas como las que encontramos en sus escenarios, yo quiero pasar la eternidad entre las llamas.

La edición de 2008 fue muy especial para mí. Cumplía 10 años consecutivos -en total la suma llega a once- acudiendo a mi festival favorito. Y además, me doctoraba cum laude pues este año tuvimos la ocasión de recibir dos lecciones de auténtico lujo.

En la jornada del sábado, acusando el cansancio de haber corrido la banda en el partido por Intermon Oxfam entre artistas y periodistas (nota: primer año que el equipo de los artistas se hace con la victoria y, curiosamente, el año en que menos artistas juegan el partido), los profesores Benson y White ofrecieron una clase conjunta de qué es el rock and roll. The Raconteurs demostraron ser la mejor banda de rock (con permiso de Wilco) del momento y me dejaron totalmente boquiabierto de admiración.

Y si el domingo hubieran ido las madres de todos los que allí estábamos seguro que habrían llorado emocionadas al ver a sus niños licenciarse con la clase maestra del profesor Cohen. A punto de cumplir por entonces los 74, Leonard Cohen salía a la carrera para juntar a miles de almas de todas las edades en un mismo sentimiento de emoción.  Con una banda exquisita y un enorme carisma, demostró qué significa ser una estrella (todo lo contrario que Morrissey, que no dejó de insultar y criticar a todo bicho viviente) y embriagó a todos los que se situaban frente al Escenario Verde.

Por último, el otro gran nombre del cartel de 2008 fue el de los islandeses Sigur Ros. Actuaron el primer día, la noche de apertura, la siempre difícil noche del jueves y tan pronto había terminado su actuación, sabíamos que habíamos asistido a uno de los grandes conciertos del festival. Nos trasladaron a un mundo mágico, de hadas y duendes, que bien podría haber escrito Tolkien. Nos hicieron disfrutar como niños,… hicieron volar nuestra imaginación hacia esos paisajes oníricos que sólo tienen cabida en la cabeza de los más pequeños.

Tengo ganas de que llegue ya el FIB Heineken 2009. Serán 15 años de festival y a buen seguro que nos dejará momentos especiales. Mientras, sigo entrenando para estar preparado para el partido -este año los plumillas volveremos a ganar- al tiempo que me deleito pensando en el arrocito que disfrutaré en el Desierto de las Palmas con el mar de fondo.

 

Texto: Javier Costa

En foto Enrique Morente y Leonard Cohen por Archivo Maraworld/Óscar L. Tejeda

Foto sumario: Jack White (The Raconteurs) por Archivo Maraworld/ Óscar L. Tejeda

VOLVER AL SUMARIO DE LA EDICIÓN

 

2008. El año de las grandes lecciones