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Nº 178: EL LIBRO DE LA COCTELERÍA

Tupac Kirby, La mezcla es el mensaje

Por Javier Agustí

25 años de profesión dan para mucho. Para aprender todos sus secretos y para emocionarse transmitiendo lo aprendido. En The Cocktail Room Tupac Kirby ha conseguido, junto a su pareja, aunar formación, laboratorio y eventos originales y exclusivos, para particulares o empresas, en los que dejarse llevar.

Decía Lou Reed que si un tema musical tenía más de tres acordes ya no era rock, era jazz. Un símil equivalente emplea Kirby para referirse a un cóctel. Dos ingredientes, un combinado, tres o más…“ Y es que, añadir tres fresas a un gin tonic nos dará un combinado de gin tonic… con tres fresas”, sostiene serio, con una sonrisa cómplice. Porque si hay un rasgo que destaca en su acrobática personalidad es el sentido del humor.


Sus primeros 25 años en la profesión le han llevado de París a Madrid, a Buenos Aires y de nuevo a Madrid. Acaba de lanzar una versión actualizada de su libro Cóctel. El secreto está en la mezcla, en el que nos cuenta su manera de entender la coctelería e incluye un sinfín de recetas suyas y de sus colaboradores y que es, además, el manual teórico que entrega a sus alumnos en su escuela The Cocktail Room. Lo conocí en una fiesta, precisamente, por cómo me llamó la atención su truco estrella, en el que el vaso de una coctelera parece volar girando en el aire. Magia de la buena. En sus inicios en una escuela de hostelería de París comenzó instintivamente a hacer sencillos giros con las botellas de zumo. No había visto jamás hacer flair (acrobacias con la coctelera e ingredientes), pero siempre ha tenido “las manos, cabeza y pies ocupados”.

En Madrid empezó en el Hard Rock Café, en el circuito americano, “en el que la atención era más cercana y había más diversión tras la barra, algo que cuadraba más con mi estilo”. Y fue cuando comenzó más en serio con el flair. Participó en muchos concursos organizados por la Asociación de Barmans de España, pero no conectó con ellos: “los del flair éramos los payasos que amenizaban. Ni probaban nuestros cócteles”, se lamenta. Uno de sus proyectos, ya en 2004, fue abrir el Realcafé Bernabeu. “Soy del Madrid por Zidane y Benzema, ¡soy franco-argelino! Pero no conseguí mis objetivos: conocer a Zinedine, aunque sí a Beckham, pero no era tan interesante”, bromea. “Me marché porque sucedió lo típico de la restauración española, que cambia todo cada tres meses. No he vuelto a pisar una barra que no sea la mía desde entonces”.

Tras otras aventuras, no mucho después nacería The Cocktail Room, que arrancó en la calle Castelló junto a otro socio. Era un tipo de local “que no existía en el mundo: centro de formación, tienda, laboratorio, prescripción…” Más tarde se trasladó a un chalé y actualmente funciona la versión 3.0 en un centro empresarial (c/ Tomas Redondo, 3) y en el que se mezcla coctelería, música, cocina… (están montándola ahora mismo). “Ahora mi socia es mi mujer, que lleva la parte de gestión. Es la mejor fórmula que he encontrado para tener una vida equilibrada, que es asociarte con tu pareja, con la que te has asociado en el resto de cosas. Estamos en un momento muy dulce, por la autonomía que tenemos. Apartados del ruido madrileño, de manera buscada”.

Llevan a cabo, tanto cursos de iniciación (30 horas), como profesionales (más de 60 horas); inmersivos e intensos, a cargo de diez reputados profesionales. “Cuando has terminado el nivel avanzado, estás en el equipo. Empiezas a trabajar con nosotros. Esta es tu casa, tienes más acceso a la parte de laboratorio...” Entre otros, también organizan talleres de cohesión para empresas o el Two hours cocktail, uno o dos domingos al mes, además de sus fiestas privadas, una suerte de happening en el que cualquiera (entre los que puede haber alguna celebridad) se lanza a actuar... “No hacemos fotos, ni vídeos. Los teléfonos se dejan en la entrada. Se busca ese anonimato y que no se esté a otra cosa”.

¿Somos tan impacientes que preferimos un combinado a un cóctel? Sí, pero tenemos que conseguir que la gente esté dispuesta a esperar. Y hay técnicas para hacer esa espera más agradable. Según llegas, te sirvo un vaso de agua con hojas de cardamomo y piel de lima…

¿Cóctel favorito? Red Snapper, el Bloody mary con gin. Está en otra galaxia. Los botánicos del gin tienen mucho más sentido con tomate.

¿Bartender = psicologo? ¡Yo hablo más de lo que escucho! Creo que es más un educador. En mi caso explico historia, geografía, física, química… Entre sus referentes apunta a Steve Olson, toda una leyenda (que ya a finales de los 80 maridaba cócteles con comida): “De alguna manera es mi mentor. Uno de los mayores embajadores del vino español en EEUU y un gran consultor. Y he trabajado mucho con el hijo de Dale Degroff, el rey del cocktail”.

¿Un ingrediente con mucho futuro? El Jerez. También por las barricas y el sistema que utilizan. Solera… los grandes rones y brandies, lo utilizan. Los whiskies tienen versión de barrica de oloroso, amontillado… No es el producto del futuro, pero tiene mucho potencial con su enlace gastronómico y elevar la coctelería a su siguiente nivel”.

LIBRO DE LA COCTELERÍA CREATIVA: Tupac Kirby, la mezcla es el mensaje