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La fría soledad
 
Por Andrea G. Bermejo
 
La protagonista de Las amigas de Àgata debuta como directora con Júlia Ist, un retrato sutil y naturalista de un Erasmus en Berlín.
 
¿Cuándo te diste cuenta de que la historia de Júlia Ist sería tu ópera prima? Empezó siendo mi trabajo final de carrera junto a otros tres compañeros. Estábamos los tres de Erasmus, hablábamos por Skype y compartíamos experiencias y un trayecto emocional similar. Nos interesaba mucho la idea de cómo nos estaba frustrando no estar viviendo el Erasmus como pensábamos que iba a ser antes de ir. A la vuelta, progresivamente, me fui responsabilizando de la dirección de la película.
 
Ahora, cuando la ves, ¿te recuerda a las sensaciones que tuviste entonces? Es una película muy pensada, pero sí que hay momentos que me coge una nostalgia muy grande de mi Erasmus. Es como si viera fotos de momentos que viví: la gente, los espacios, los ambientes… 
 
¿Te cuesta verte a ti misma en pantalla? Ahora me he vacunado y lo que me preocupan son otras cosas de la peli que por tiempo o recursos no pudimos pulir. Grabamos 180 horas y tardamos en montar dos meses, así que la crisis de verme ya la pasé. No escribimos la película pensando en que yo la protagonizase pero teníamos poco tiempo para ensayar con los actores y nos costaba encontrar una actriz que hablase catalán y alemán. 
 
Berlín es un personaje más de la película… Hablamos mucho de cómo grabar Berlín. Es una ciudad muy de moda, destino de mucha gente joven, un poco tierra prometida. Y queríamos alejarnos de esto, hacer un retrato personal y no de postal, turístico. Queríamos honrar el Berlín de nuestros amigos, así que rodamos en sus casas, en los bares, en los lugares de nuestros recuerdos. 
 
Los espectadores que la vean en junio agradecerán el invierno berlinés…  Sí, totalmente [se ríe]. Pero lo cierto es que nos fue bien estructurar la peli con las estaciones. Berlín en inverno es una ciudad muy difícil. Las cosas pasan en las casas de la gente y tienes que conocer a gente para hacer cosas. Júlia llega a ese Berlín y le cuesta adaptarse. Pero en cuanto entra la primavera, se alborota, deja al novio y se lía con otro. Y, finalmente, aparece el verano, cuando Berlín cambia absolutamente. Se convierte en una ciudad muy abierta, en la que pasan muchas cosas. 
 
Júlia es una chica que descubre en su Erasmus que no sabe estar sola. ¿Crees que a las mujeres nos cuesta estar solas más que a los hombres? Yo creo que a todo el mundo le cuesta estar solo y a todos nos gusta sentirnos muy queridos. Lo que cambia es la educación que nos han dado. Nosotras hemos crecido con la sensación de que es mejor no estar solas y a los hombres se les ha inculcado el sentirse orgullosos de poder estar solos. Así que ante la soledad, los hombres se endurecen y nosotras nos apasionamos. Pero es una cuestión absolutamente cultural. Después de ver Júlia Ist, no se me han acercado más chicas que chicos a contarme que se habían sentido identificados. Creo que, todos por igual, reconocían esa sensación de soledad que transmite la peli, de desubicación. 
 
Júlia Ist le gustará a quien le guste… Me da vergüenza porque no quiero que parezca que me comparo, pero nos han inspirado el cine de Mia Hansen-Love, el género mumblecore y películas como The Diary of a Teenage Girl o Like Crazy, en el sentido de que la experiencia está contada a una edad muy cercana a la que retrata la ficción.
 
¿Sobre qué te gustaría reflexionar en tu siguiente película? Hay muchos temas que me interesan. La relación con los padres a esta edad, por ejemplo. Las contradicciones entre tu comportamiento y tus creencias ideológicas. O, también, las relaciones entre mujeres.
 
Como ocurría en Las amigas de Àgata… Sí, pero esa película narraba un desencuentro. Y a mí me interesa mucho el encuentro. Vi 20th Century Women, de Mike Mills. Me encantó cómo retrata las relaciones entre mujeres de distintas generaciones. 
 
 
Un Berlín 'anticool'
 
Las amigas de Àgata, un modesto trabajo final de carrera de la Pompeu Fabra sobre cuatro amigas en el primer curso de universidad, se convirtió en un pequeño fenómeno en los circuitos cinéfilos. Menos de un año después, su protagonista Elena Martín repite el proceso con su propio TFC, Júlia Ist, un recuento de su Erasmus en Berlín en el que reflexiona sobre la soledad del extranjero y sobre el abismo entre las expectativas que tenemos y lo que finalmente vivimos.
 

La fría soledad