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Cristina Fallarás. Aburrida realidad.

“Si no escribiera me moriría”, confiesa. Toda una declaración de principios la de esta escritora y periodista, que lanza dardos afilados, especialmente a través de sus columnas en elmundo.es.

Fue subdirectora de ADN, es emprendedora (dirige la web literaria sigueleyendo.es) y como escritora lleva publicadas seis novelas. Ha ganado el premio Hammett 2012 (de la Semana Negra de Gijón, siendo la primera mujer en recibir tal galardón) por Las niñas perdidas(Roca editorial, 2011) y el premio de novela corta de Barbastro por Últimos días en el Puesto del Este. Esta última novela editada inicialmente por Dvd en 2011, y guillotinada tras la quiebra de la editorial, acaba de ser reeditada por la editorial madrileña Salto de Página.

Este mes se publica La puta calle (Planeta), la crónica en primera persona de su desahucio y de su despido, y el proceso de desahucio de una persona de clase media. Está intentando retomar un par de novelas  empezadas, “querría salir un poco de lo negro y lo triste, pero no me sale”.

El cómo, más que el qué. “Lo que más me gusta de las historias es cómo están contadas. Más que las historias en sí mismas.[…] Sobre todo aquellas que me sorprenden por cómo explican comportamientos extremos del ser humano: desde la violencia, a la sexualidad extrema, a la deformidad del monstruo, la locura, la tortura, el dolor y la muerte… Porque es lo más oscuro y lo menos explicado. Si yo entendiera por qué la gente hace eso conocería mucho mejor al ser humano, y por tanto, a mí misma”.

Inventar. “No he hecho otra cosa en mi vida. Viene de fábrica. Ya de pequeña contaba historias todo el rato. A los siete años mi madre tiró un libro mío de poesía, copiando a Juan Ramón, claro. Era una niña súper mentirosa, pero no para tapar cosas que había hecho, como los niños que hacen algo malo. Sino que inventaba cosas y las contaba porque la realidad era demasiado aburrida. La vida es muy aburrida en este mundo que hemos creado. Sólo vivimos una vez, y muy poco tiempo. Así que más vale inventarte algo alrededor que sea más divertido”.

¿Masoquismo o cura de espanto? En su blog de elmundo.es la lanzan perlas como: “Feminazi, roja, demagoga, puta y mal follada son los adjetivos básicos… El hecho de escribir en El Mundo y ser tan roja es muy divertido, porque hace que todo el tiempo me den hostias y me bajen el ego. Ese un ejercicio muy rico, porque finalmente nadie te dora la píldora”.

Mujeres... “Es una sociedad tan brutal contra la mujer. Hace poco lo dije, o lo escribí, yo soy un hombre, pese a las tetas, me educaron como a un hombre: he peleado empresarialmente como un hombre, he sido una hijadeputa en los puestos directivos como un hombre, he follado como un hombre, he vivido como un hombre… Me exigieron ser un hombre, porque en realidad la igualdad consistía en eso, en que yo fuera un hombre. En esta sociedad hay un desarreglo brutal de identidad. En este momento histórico por primera vez hemos roto el patrón de hembra y macho. Atengámonos a las consecuencias…”  

Texto: Andrés Castaño. Ilustración: Nuria Cuesta.

Cristina Fallarás. Aburrida realidad.