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La Zaranda: vergel en el desierto

por Paloma F. Fidalgo

Quién no ha mendigado alguna vez. Quién no ha sentido el vértigo del fracaso, el miedo a la bancarrota y a quedarse al margen de la vida que compartimos. Quién no se ha dado cuenta de cómo la crisis ha cargado de más peso el yugo con el que los ricos presionan a los que menos tienen.

La Zaranda vuelve a hablar de la exclusión, de los marginados. Y con ellos, del desierto espiritual de nuestro tiempo. Esta vez, además, con ocasión de sus cuarenta años como compañía, incluye una celebración del papel del teatro como catalizador de protestas sociales y lugar para soñar, con un grupo de sinhogar convertidos en Rey Lear. De nuevo, una obra que, más que armarse sobre un argumento, gira en torno a un concepto, con el esperpento como filosofía artística para explorar los dilemas de la sociedad. Se basa en las sensaciones, en el humor absurdo. En un aparente caos en escena que, gracias al trabajo de dirección de Paco de La Zaranda, termina funcionando como el mecanismo de un reloj. De nuevo, la fuerza de la imagen tenebrista y la escenografía austera, la poesía y los juegos lingüísticos del texto de Eusebio Calonge, y el extraordinario trabajo físico de los actores Gaspar Campuzano, Enrique Bustos y Francisco Sánchez.

Ahora todo es noche, hasta el 29 de abril en el Teatro Español de Madrid, es más que una obra de teatro, es un acto poético en sí mismo. Va creciendo en intensidad a partir del detonante de un encuentro en un aeropuerto de tres tipos sin blanca, que son una metáfora de la crisis económica. Se irán enfrentando a las injusticias sociales, a la desesperación y al poder. Se cuestionarán las ganas de vivir y el sentido de luchar por un ideal. Y al final, sí, nos queda el optimismo.

Ahora todo es noche. La Zaranda. Teatro Español. Hasta el 29 de abril. 

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