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Pierre Gonnord. Transfiguración

Es una mezcla de curiosidad y compromiso social lo que empuja a Pierre Gonnord (Cholet, Francia, 1963) a escapar del follón de la Gran Vía, cámara al cuello, hacia atmósferas más desahogadas pero marginales, como los campamentos de gitanos sobre los que en estas fechas está haciendo un reportaje. Va en busca de esas caras con personalidad, que tocan la fibra, para inmortalizarlas en sus tenebristas retratos.

¿Dónde estabas en 1998, cuando nació El Duende? En Madrid. Llevaba en España desde 1988. Vine un fin de semana y me quedé.

Te mantienes al margen de las tendencias artísticas.Claro, yo no estoy aquí para seducir a nadie. Mi trabajo no es político, pero sí quiero reivindicar a ciertos colectivos, como a los campesinos que trabajan el campo europeo que se está muriendo ahora que se importa todo de Asia, o a los mineros, con cuya causa me siento solidario. Y no quiero permanecer toda la vida en la ignorancia de la Gran Vía, me gusta coger el coche y marcharme a buscar a ese tipo de gente. Creo que la vida tiene que ser compromiso, también en lo creativo. La creación no es un hobby.  En este sentido, me gusta el testamento de Louise Bourgeois, que consta de cinco puntos: no te dejes influir, que tu obra sea tu vida, que el dinero no cuente, no sucumbas a la envida y no pienses en tu proyecto de vida como en una carrera, esto es, aunque nadie te haga caso, mantente firme. Yo solo le pido a la vida tener lo suficiente para llegar a fin de mes. No me interesa la gloria ni el éxito. Solo quiero poder buscarme e inventarme. Y os estoy muy agradecido a quienes difundís mi trabajo, y en especial a Juana de Aizpuru, la primera galerista que apostó por mí.

Ahora trabajas con el colectivo gitano. Sí, me fascina su trayectoria, su forma de vida y su fuerza. No tiene historia escrita, muchos son nómadas, y no saben de dónde vienen, salvo que están en Europa desde 1300 aproximadamente. Es un pueblo sin mestizar, a menudo hay endogamia, ha inspirado a poetas como García Lorca y no produce valor añadido a las sociedades, lo que considero el motivo por el que los evitamos. Aunque ellos tampoco se quieren dejar integrar, engullir, porque saben que desaparecerían. Son orgullosos. Y tienen un gran sentido del drama, que se expresa bien en su música, su canto. Todo eso me gusta. Y lo quiero celebrar con estas imágenes.

Pasas mucho tiempo con el grupo antes de decidir a quién retratas en concreto.Yo no me impongo. Me acerco al colectivo en cuestión, me presento como fotógrafo y no siempre me aceptan a la primera. Pero insisto. Con los gitanos, he pasado mucho tiempo, llevando a los niños a la escuela, al médico, etc. Y, poco a poco, me han aceptado, aunque yo llego entro hasta donde ellos me dejan. Solo compartir ese tiempo ya me llena mucho. Después, los observo pensando en fotografiarlos: me fijo en su expresión corporal, su voz…

¿Dirías que entablas una relación de cariño con las personas a quienes fotografías?Sí. Hasta con quienes me echan broncas (risas). Si no los amara, no saldrían estas fotos.

¿Le dices algo a tu inmortalizado para conseguir la expresión que deseas?Al contrario. Dejo que se mueva y busco el encuadre. Un gesto fugaz, algo inatrapable, cautivador. La imagen no es esa persona sino un momento de esa persona, una transfiguración.

¿Tus fotos tienen mucha postproducción? No. Lo fundamental para mí es la luz. Recreo la originaria que envuelve normalmente al retratado. Por ejemplo, en los gitanos, utilizo mucho el fuego para iluminar, porque muchos de ellos no tienen luz artificial en casa.

Suele decirse que tus fotos parecen cuadros tenebristas. No intento imitar el estilo pictórico, la pintura no me interesa en sí, no tanto como la literatura. Pero la historia del retrato pasa por la historia de la pintura. Y me interesan todos los artistas de hoy y de ayer que han abrazado el reto con la mayor fuerza y economía de medios para llegar a lo humano, al despojamiento psicológico. Goya, por ejemplo.  

¿Algún retrato que te haya marcado de los que has hecho? El que le hice en la costa portuguesa a una aristócrata anciana que vende pescado en la playa.

¿A qué fotógrafo destacarías de los últimos años?A Cristina García Rodero.

¿Una película de los últimos quince años?La vida de los otros.

¿Y algún libro? De Vikram Seth, Dos vidas. De Jonathan Littel, Les Bienveillantes

Texto: Paloma F. Fidalgo

Fotos: Pierre Gonnord, arriba: Luis (2009) e Iris (2011); abajo: Julia y Moïses (2006)

 

Pierre Gonnord, Luis (2009) e Iris (2011)
Pierre Gonnord, Julia y Moïses (2006)

Pierre Gonnord. Transfiguración